domingo, 19 de abril de 2015

La Fogueteira que cazó al Cóndor

Esta historia cuenta cómo se unieron para siempre las vidas de Rosenery Mello, más conocida como la “Fogueteira do Maracaná”, y Roberto Rojas, más conocido como el “Cóndor”, en una de las mayores farsas de la historia del fútbol mundial que tuvo como escenario el mítico estadio brasileño.

Foto:blogsoberanoarruda.blogspot.com
La historia transcurrió un día 3 de septiembre del año 1989, pero fue urdida unos días atrás en plena concentración de la selección andina, ante el decisivo partido que debían de afrontar aquel día ante la selección de Brasil, y en el que solo les valía ganar si querían estar al año siguiente en la fase final de la Copa del Mundo de 1990 a disputarse en Italia. El partido se presumía muy caliente por los antecedentes que se habían producido en el partido de ida jugado en un repleto estadio Nacional de Santiago el 13 de agosto de 1989, dentro de un clima muy tenso ya desde antes de comenzar el juego, con una fuerte discusión entre Romario por el lado brasileño e Hisis y Ormeño por el lado andino en la que hubo más que palabras por ambos lados. Con tanta gasolina esparcida por el terreno de juego, con cualquier cosa se podía generar un incendio como así fue, y no fue una cosa pequeña lo que llegó sino una terrible patada de Raúl Ormeño a Branco con apenas seis minutos de juego transcurridos que inexplicablemente solo se saldó con tarjeta amarilla para el jugador chileno. Para terminar de prender fuego al ambiente, a renglón seguido el entonces delantero del PSV Eindhoven fue expulsado por agredir a Hisis en un ajuste de cuentas del duelo vivido entre ellos momentos antes del inicio del juego. Poco tiempo después Ormeño sería expulsado por una nimiedad comparada con la falta que le hizo a Branco.

Tras el incendio inicial el encuentro transcurrió con sobresaltos, pero en paz, eso si una paz bastante tensa que en algunas ocasiones se vio amenazada, más por los comportamientos del público en esta oportunidad que por el comportamiento de los jugadores, que no fue el deseable durante todo el encuentro. Se adelantó Brasil con un autogol de Fernando Astengo a los cinco minutos del segundo tiempo, lo que aumentó la tensión de la “Roja” que fue desaforadamente por la victoria, pero con mucho más corazón que cabeza, incluso Brasil tuvo el segundo gol en una jugada de Bebeto, que le sacó Rojas cometiendo infracción al jugar la pelota con las manos fuera del área el meta chileno. Pero este partido solo podía acabar incendiado y así fue. A los treinta y ocho minutos del segundo tiempo, Jorge Aravena le pidió la pelota al colegiado colombiano Jesús Díaz. Este aún no se sabe muy bien por qué, se la dio y mientras estaba todo el equipo brasileño protestando la decisión del juez de la contienda, Aravena tocó en corto para Ivo Basay, que convirtió el gol del empate, enloqueciendo a todo el banquillo “verdeamarelho” con su técnico Sebastiao Lazaroni a la cabeza.

Como no podía ser de otra manera, los incidentes ocurridos acarrearon sanciones para la Federación chilena, que tuvo que jugar en Argentina su partido eliminatorio contra Venezuela, el otro rival del grupo 3 de clasificación a Italia 1990. Así llegamos a los días previos de ese definitorio Brasil-Chile, en el que quien ganara iba al mundial, valiéndole el empate a Brasil por su mejor diferencia de goles con respecto del combinado andino. Mientras todo Chile estaba ilusionada con la posibilidad de disputar de nuevo una fase final de la Copa del mundo. El ambiente que reinaba en el seno de los dirigidos no era ni remotamente parecido, no tenían ninguna confianza en sus posibilidades y solo pensaban en cómo sacar ventaja con alguna picardía para jugar un nuevo partido en territorio neutral. La idea surgió dos días antes del partido en pleno complejo deportivo Juan Pinto Duran.

Foto: goal.com
En una charla entre los dos capitanes, Rojas y Fernando Astengo, se llegó al pacto de que a la primera cosa rara que ocurriera retiraban al equipo. Era difícil que pasara algo puesto que el público en el estadio de Maracaná está lejos del césped, pero aun así siguieron con el pacto, ayudados por el kinesiólogo Alejandro Koch y el utilero Nelson Maldonado. Además el enrarecido ambiente de lo que rodeaba al partido tampoco ayudó demasiado a que hubiera la deportividad deseable. Tanto el técnico Sebastiao Lazaroni, el cual afirmó que preparaba a sus jugadores “para una guerra” ese día, como la prensa chilena que acusaba al presidente de la FIFA de una posible intervención para que Brasil no fuese eliminada ese día, inflamaron aún más el ambiente de lo que estaba, puesto que los incidentes del partido de ida le acarrearon un partido de destierro a Chile, que les pudo costar el perder la diferencia general de goles ante Brasil.

Las horas previas al partido se desarrollaron con normalidad, solo alterada por la despedida que la afición chilena brindó a su selección, antes de partir a Río de Janeiro. Fue una normalidad tensa, puesto que el operativo policial fue tremendo, pero normalidad al fin y al cabo. La delegación chilena pasó la noche sin mayores problemas y pudo realizar todas sus rutinas con normalidad. Llegado el partido se desarrolló con bastantes problemas para el combinado andino, puesto que apenas pudo salir de su terreno de juego en el primer tiempo, sufriendo especialmente con las subidas al ataque de los laterales brasileños, sobre todo Branco que obligó a Rojas a hacer una parada estratosférica, una de las varias que hizo durante el primer tiempo, retrasando lo que a la postre sería inevitable, y que llegó a los cuatro minutos de la reanudación cuando Careca ganó la partida a los centrales chilenos para internarse en el área de Rojas y batirle con un disparo cruzado, que el “Cóndor” alcanzó a tocar pero no lo suficiente como para impedir el tanto. De ahí en adelante el partido siguió sus cauces normales, con Chile buscando los dos goles que necesitaba pero sin ideas, hasta que llegó el minuto veinticinco del segundo tiempo, momento en el que Rosenery Mello (que luego se hizo famosa posando para Play Boy), lanzó al campo la bengala que compró en las inmediaciones del estadio, que curiosamente era de la marca Cóndor.

Foto: linked2play.com
Tras el lanzamiento de la bengala, que Roberto no observa, pero que intuye por la humareda que desprende, el portero chileno se deja caer en el suelo, profiriéndose un corte en la cabeza para hacer creer al mundo que la bengala lo había herido con una cuchilla que tenia escondida en sus guantes. Tras la escena, sus compañeros corrieron desaforadamente a ayudarle, entrando todo el mundo primero en estado de shock, brasileños incluidos porque se enfrentaban a la posibilidad de quedarse fuera del mundial, de la peor manera posible, por culpa de graves incidentes protagonizados por su torcida. Por suerte para los brasileños, un fotógrafo argentino, Ricardo Alfieri Jr, había tomado cuatro o cinco fotos del suceso que demostraban la farsa, produciéndose así la caza del cóndor, que custodiaba la portería chilena. Antes de que esta fuera demostrada, los compañeros de Rojas retiraron en andas a su portero al vestuario, para negarse a salir a jugar aduciendo falta de garantías sobre su seguridad, obligando al colegiado argentino Juan Carlos Loustau, a dar por concluido el partido. Tras esto, los nervios se apoderaron de todos, mientras todo Chile clamaba justicia de manera poco cívica. Se apedreó la embajada brasileña así como sucursales de VARIG en Santiago. Mientras tanto Ricardo Teixeira, presidente de la CBF, buscó denodadamente a Ricardo Alfieri para que le diera esas fotos que demostraban la farsa. Teixeira llegó a amenazarle incluso con no dejarle salir del país, tras una tensa espera (y un arreglo económico que resarciera al medio para el que trabajaba Ricardo, el cual asumió la cadena Globo) por el revelado de las fotos. La verdad sobre el incidente salió a la luz, demostrándose que Rojas había mentido, por lo que se dio automáticamente la victoria por 2-0 a Brasil, descalificando a Chile de las eliminatorias mundialistas de 1990 y 1994, puesto que abandonaron la cancha sin justificación ninguna.

Foto: blogs.as.com
Las sanciones no quedarían solo ahí, cuando Ricardo Rojas fue a declarar sobre el incidente y supo que la CBF había presentado a FIFA como prueba esas fotos, entro en múltiples contradicciones, sin desdecirse sobre el hecho de que había sido agredido por la “Fogueteira do Maracaná”, lo que obligo al máximo organismo internacional a sancionarle a perpetuidad sin poder participar en torneos internacionales, aunque no fue el único sancionado. Orlando Aravena, técnico de aquella selección fue sancionado por un periodo de cinco años y Fernando Astengo por un periodo de cuatro, otros cómplices del suceso como Koch o Maldonado también fueron sancionados. 

Varios meses después, en una extensa entrevista concedida al diario La Tercera, el “Cóndor” acabó admitiendo su culpa en todo este entuerto, pidiendo disculpas a todo un país, buscando tal vez una segunda oportunidad en el mundo del fútbol que por aquel entonces veía muy lejana, pero que le acabo llegando de parte de quien seguramente menos esperaba. En 1993 Tele Santana le contrató como entrenador de porteros del Sao Paulo, cargo que aceptó encantado, devolviendo además con sus conocimientos buena parte del daño que hizo a su club como jugador, que lo despidió tras el incidente, formando a uno de los grandes ídolos del Tricolor como es Rogerio Ceni. Su trabajo fue de tal calidad, que es ídolo en la entidad paulista, de la que también fue entrenador del Sao Paulo durante unos meses, siguiendo las enseñanzas de su mentor al otro lado de la raya de banda,  Tele Santana, que no solo demostró una gran bondad posibilitando la rehabilitación de una persona, sino que dejó entrever también un gran ojo para saber rodearse, lo que le ayudó mucho en su paso como técnico del Sao Paulo.

Foto: latercera.com
Nunca conoceremos toda la verdad de cómo se urdió esta trama, muy probablemente varios personajes de la misma se llevarán secretos a la tumba, pero sí sabemos que incomprensiblemente Rojas truncó una carrera profesional realmente increíble, puesto que había fuertes intereses de prestigiosos clubes europeos como el Real Madrid o el Atlético de Madrid por sus servicios. Se llegó a afirmar que tenía un pre-contrato con la entidad de Concha Espina para el verano de 1990. Lo único seguro es que en Europa perdimos la posibilidad de ver a un portero como no hubo muchos en su época.

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