jueves, 16 de abril de 2015

El abrazo del alma


Esta es la historia de Víctor Nicolás Dell´Aquila, un joven bonaerense con 22 años de edad, y de Ricardo Osvaldo Alfieri, reputado fotógrafo de la revista El Gráfico. Juntos protagonizaron una de las fotografías más bonitas, e impactantes, de toda la historia de los mundiales de fútbol, en el estadio Monumental de Núñez, en Buenos Aires, el día 25 de junio de 1978, día en que se jugó la final de la Copa Mundial de la FIFA de 1978, momentos después de que el italiano Sergio Gonella, juez del partido decisivo, decretase la conclusión del mismo.

Pero para llegar a este momento, primero vayamos a uno de los pasajes decisivos, de la vida de Víctor Nicolás, cuando a los doce años sufrió un accidente, después de subirse a una columna de las que sostienen un transformador de energía eléctrica, de quince metros de altura, para ver su barrio –San Francisco Solano, en Quilmes- desde lo alto. Como el mismo cuenta, subía y bajaba como si tal cosa, pero un día el destino le jugó una mala pasada, se resbaló cuando se bajaba de la torre eléctrica, para evitar la caída, se sujetó al cable del tendido eléctrico con una mano, quedándose pegado al mismo, para intentar despegarse uso el otro brazo, quedándose pegado al cable eléctrico. Víctor finalmente, acaba cayendo al piso desde quince metros de altura. Sus brazos quedaron tan carbonizados, que para salvar la vida de nuestro protagonista, hubo que amputarlos. Nuestro héroe despertó en el hospital, pero su despertar, tras haber estado seis días en coma, fue desagradable, y duro, muy duro. La vida le había golpeado con gran dureza a Víctor, tanta que no quería vivir, pero su médico le dio una razón para afrontar con entereza el resto de su vida: “Vos le tenes que devolver la vida a tu vieja, nene”, le dijo después de terminar de atenderlo.

A partir de este momento, comenzó una historia de superación, y ganas de vivir apoyándose en la pasión que Víctor sentía por el fútbol –y por Boca Juniors, su equipo-, esta misma pasión le llevaría diez años después, a ser uno de los protagonistas de la portada de El Gráfico, los otros fueron Matildo Fillol y Alberto Tarantini. Ese 25 de junio de 1978, día ya imborrable en su vida, su pasión por el fútbol – y por su país-, le llevó al Monumental de Núñez a  ver la final del mundial entre argentinos y holandeses, por aquel entonces no existían los tornos, ni los controles de accesos, siendo además bastante común el poder acceder al campo, si conocías a alguien que trabajaba en la organización del partido, incluso si el cotejo era de la importancia de una final del mundo: “Ese día no encontré a la persona con la que había arreglado e intenté ingresar como discapacitado, pero me dijeron que estaba lleno. Me fui a la platea que está sobre Figueroa Alcorta y un conocido me hizo entrar. Y ahí me fui bien abajo y me senté”. Desde ahí pudo ver la gran final, el partido más esperado por todos los argentinos hasta ese momento, y embriagado por la alegría del resultado, su cabeza retrocedió a su niñez, por lo que saltó al césped, como él mismo cuenta: “Cuando vi que el referí levantó la mano, pasé los pies, flexioné y ¡tac! caí paradito. Pero seguían jugando, habían adicionado minutos. Entonces caminé despacito y me puse al lado del palo de Fillol. Y cuando tocó pito el juez salí corriendo en busca de alguien a quien abrazar. En un momento, Tarantini se arrodilló como rezándole a Dios. Fillol hizo lo mismo y se abrazaron. Justo llegué yo. Me frené y las mangas se fueron para adelante”, en ese momento entró en juego Ricardo Alfieri, el otro protagonista de esta historia, y le devolvió parte de una felicidad que la vida le arrancó de cuajo diez años atrás…

Ricardo quiso moverse de su posición, para poder así captar las mejores instantáneas de la celebración, pero no lo pudo hacer. Mover el material en aquella época era dificilísimo, era muy pesado, por lo que se quedó en su lugar. De repente vio a Fillol y Tarantini, dándose un abrazo arrodillados en el suelo. Inmediatamente sacó fotos del momento, un total de ocho, pero no fue hasta que llegó a la redacción, cuando supo lo que tenia entre manos. Al ir revisando las fotos vio la instantánea, y sin dudarlo, fue elegida como la foto de la portada más importante hasta ese día que había realizado la famosa publicación argentina. Osvaldo Ardizzone, reconocido periodista y escritor argentino, enseguida la bautizó como “El abrazo del alma”.

A lo largo de los años, toda la mística que rodea a la Copa Mundial de la FIFA hizo ese momento aun más impactante, convirtiéndolo en una de las fotografías más sentidas de la historia del deporte. Una imagen que va más allá de la razón, y que refleja el amor de un hincha por la pelota, por la camiseta, hacia su país, y a la gloria conquistada. Fue algo único, instintivo, inimitable, y sobre todo presidido por el corazón, ese que te empuja a luchar y a pelear en la vida, pasando por encima de grandes dificultades, como era el caso de Víctor Nicolás.

Con esta foto Ricardo Alfieri ganó varios premios internacionales, recibiendo mucha notoriedad profesional, y nuestro protagonista, Víctor Nicolás, vivió un momento de felicidad única, indescriptible, que le insufló nuevos bríos para vivir y sortear las trabas que aquel desdichado día de 1968 le puso la vida. Con el paso del tiempo, y la inestimable ayuda del fútbol, Víctor Nicolás Dell´Aquila, pudo hacer una vida normal, admirable diría yo. Se casó, tuvo dos hijos, estudió dibujo y consiguió llevar una vida como la de cualquier persona. Recibió la foto dedicada por parte de Ricardo Alfieri, conservándola aun en su domicilio. Importancia mediática no obtuvo demasiada, le hicieron algunas entrevistas pero poco más, no quiso tampoco convertir ese instante en dinero, prefirió guardarse para sí mismo ese momento irrepetible, ese momento que es historia de la competición más importante del deporte …

Hasta que treinta y seis años después, Coca Cola uno de los principales patrocinadores de la FIFA, y empresa encargada de organizar la gira mundial del trofeo, a la llegada a Argentina del mismo, quiso dejar algo que fuera recordado para siempre, por lo que decidió recrear “El abrazo del alma”. Buscó en San Francisco Solano a Víctor, para que rememorara junto al “Pato” Fillol y al “Conejo” Tarantini, aquel momento que pasó a la posteridad, y mientras juntos recordaban todo lo ocurrido aquella tarde de junio de 1978 en el estadio propiedad de River Plate, Coca Cola de manera sorpresiva, le llevó la copa a Víctor dándole así la posibilidad de tocar la copa, haciendo que disfrute de un privilegio al alcance de ganadores del trofeo, o jefes de estado. Víctor Dell´Aquila emocionado, observó ese brillo especial y característico del trofeo diseñado hace cuarenta años, por Silvio Gazzaniga. Como no pudo levantar la copa, la dio un inmenso beso, como si la misma fuese el primer amor de su vida. “Uno nunca se hubiera imaginado, que una fotografía por un problema físico, te llevaría a formar parte de la historia de un mundial”, contó Víctor. No Víctor, no pasaste a la posteridad por esa foto, has pasado a la posteridad porque has demostrado a todos que lo mas preciado que tenemos, la vida se vive con alma, y a todos los apasionados por el fútbol que existen en el mundo, nos recordaste con la ayuda de Coca Cola que la Copa del mundo, se levanta con el alma.


@EUGENIOMATEO1

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