sábado, 18 de abril de 2015

El futbolista que le quitó el sueño a Hitler



El 12 de marzo de 1938, Adolf Hitler anexionaba Austria en lo que se denominó Anschluss y esta pasaba a ser provincia del III Reich, algo de lo que no estaban a favor una gran parte de los austriacos, y cuando uno de estos es uno de los primeros futbolistas mediáticos de Europa supone un grave problema para las ambiciones expansionistas del Führer.

Matthias Sindelar nació en Jihlava a comienzos de 1903 en el seno de una familia trabajadora y no tardó en mudarse a Viena por motivos laborales de su padre. Allí comenzó a salir a la calle a pegarle patadas a un balón como todos sus compañeros de colegio y debía hacerlo bastante bien, porque con tan sólo 15 años recibió una oferta del Hertha Viena para fichar por el club, donde pasó seis temporadas antes de dar el salto al Austria Viena, club de la burguesía hebrea de la ciudad, en 1924. En el conjunto blanquivioleta, comenzó a sorprender a media Europa con sus destellos de calidad ya como futbolista profesional. Llevó al equipo a hacerse con la Copa de Austria en 1925, 1926, 1933, 1935 y 1936, un título de liga en 1926, y dos Copas Mitropa (la Copa de Europa Central) en 1933 y 1936.

Sindelar se destapó como el héroe del Austria Viena durante una de las décadas más doradas del conjunto austriaco -aunque también tuvo que lidiar con salvarse del descenso por los pelos- y también comenzaba a hacerse un hueco en la selección de Austria. Debutó con la absoluta con 23 años y marcó en sus primeros tres encuentros, pero el seleccionador Hugo Meisl optó por dejarle fuera de las convocatorias durante catorce partidos ya que nunca pasaba el balón, aunque las presiones de la prensa obligaron a su vuelta. Como capitán del combinado nacional conquistaron la Copa de Europa de selecciones -precursora de la Eurocopa-, llegaron a las semifinales del Mundial de Italia de 1934, y lograron una histórica derrota por 4-3 ante Inglaterra en Londres, siendo este el primer partido en el que los Pross recibían más de un tanto en casa. En aquel encuentro Sindelar anotaría un gol que fue, en palabras del árbitro de la contienda, "Una obra de arte que nadie más ha logrado hacer contra semejante adversario como eran los ingleses. Sindelar arrancó desde la mitad del campo, eludió con su inimitable elegancia a todos los que se le pusieron por delante y culminó su eslalon escorándose a un lado y disparando a la red". Había nacido el Mozart del fútbol.


Precisamente con la selección austriaca jugaría el partido que sería a la vez su bendición y su condena. Regresamos a 1938, donde hemos comenzado la historia, porque Adolf Hitler montó un partido entre las selecciones de Alemania y Austria como celebración del Anschluss. Se cuenta que para aquel encuentro los austriacos tenían la orden de no marcar y Sindelar se lo tomó al pie de la letra. Cogía el balón, se marchaba de todos los rivales como tenía por costumbre, dejaba sentado al portero y, a puerta vacía, echaba el balón fuera con guasa. Tras la advertencia de los nazis, el Hombre de Papel -llamado así por su gran agilidad- se tomó más en serio el encuentro y no tardaría en inaugurar el marcador y, en lugar de correr con el brazo en alto parar dedicárselo a su nuevo Führer, se plantó ante el palco y bailó mofándose del propio Hitler y el resto de militares uniformados que abarrotaban la tribuna. El dictador alemán quería a ese futbolista eliminado. Aquella fue, a posteriori, su sentencia de muerte.

Durante los meses siguientes, Sindelar no dejaba de poner excusas para no formar parte del combinado alemán de fútbol, ya que Hitler había decidido que los mejores futbolistas del Wunderteam -sobrenombre de aquella selección austríaca- debían jugar bajo la bandera roja de la esvástica. Extrañas lesiones, excusas, compromisos... no hubo manera de que el Mozart del fútbol volviera a disputar un partido internacional desde aquel encuentro ante Alemania.

Su historia no podía terminar de otra manera que envuelta en tragedia y misterio. El 23 de enero de 1939 se encontraron los cuerpos de Sindelar y su pareja en el suelo de su casa en lo que pareció ser una intoxicación por monóxido de carbono de alguna estufa defectuosa. Unos dicen que fue un simple y fatal fallo del aparato lo que acabó con su vida mientras que otros apuntan a que fueron juventudes del partido nazi en Viena los que manipularon el calefactor del futbolista que se había mofado de su Führer siendo noticia en media Europa. Tampoco faltan los que señalan que Sindelar y su mujer se suicidaron al sentirse incapaces de vivir en un país bajo el yugo de la esvástica y sin que Matthias pudiera desempeñar su mejor fútbol dignamente. Lo único que es cierto es que a su funeral acudieron 15.000 personas para velar su tumba en el cementerio central de Viena, donde entre mártires históricos y figuras de la política se puede encontrar un balón y la foto de Sindelar.

Fuente: biochile.cl
Aunque el mito que señala que Sindelar fue perseguido por los nazis por ser judío sea falso ya que era y fue educado en la fe católica, sí que hay constancia de su postura de izquierdas y su oposición política al régimen nazi como tantos otros habitantes de Viena a comienzos de siglo. Siempre se mostró defensor del socialismo y la lucha obrera y fueron estos ideales políticos los que comenzaron a ponerle en el punto de mira de los nazis, además de gestos como el de comprarle un café al judío Leopold Drill por un precio justo de 20.000 marcos cuando entonces los judíos estaban obligados a ceder gratuitamente sus bienes a los arios o el hecho de negarse a colocar propaganda nazi en el establecimiento.

Así era Matthias Sindelar, el segundo Mozart que dio la ciudad de Viena. Así era un hombre que defendió sus ideales cuando lo más cómodo hubiera sido callar y asentir. Así era el mejor deportista austriaco del siglo XX.

Artículo escrito por: Ernesto González

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