miércoles, 6 de mayo de 2015

El fútbol femenino también existe


Cuando en 1884, la activista a favor de los derechos de la mujer, Nettie Honeyball, fundó el British Ladies Football Club, parecía una quimera pensar que el fútbol femenino compitiera en popularidad a sus homólogos masculinos.

Durante casi un siglo, la lucha por el fútbol femenino fue constante, pero a día de hoy la distancia se recortó; hasta el punto que en varios países como EEUU, Japón o los países nórdicos el fútbol femenino goza de tanta o más popularidad que el masculino.

A lo largo del siglo XX, la actividad femenina por sus derechos balompédicos fue vehemente. Las mujeres practicaban fútbol , pero el mundo no parecía ser consciente de ello. Centrados siempre en la frase “el fútbol es un deporte de hombres”, se desdeñaba las cualidades femeninas en el deporte rey.

En 1971, la UEFA, en un intento de acercamiento o pacificación, confió a distintas asociaciones el fomento del fútbol femenino. Un primer paso, el fútbol femenino pronto comenzaba a consolidarse. Se constituyeron ligas en Italia, EEUU y Japón y la popularidad crecía progresivamente sin envidia de sus símiles masculinos.

El siguiente paso importante fue el primer “Campeonato Europeo para equipos Representativo de Mujeres”, promulgado por la UEFA. La final en 1984 daba ganadora a Suecia. El fútbol femenino oficial daba sus primeros pasos en Europa. Su consolidación fue en 1987, cuando la UEFA crea definitivamente la Euro Femenina. Ganó Noruega y las 7 restantes finales, hasta el día de hoy, son exclusividad de Alemania.

A pesar del éxito que tenía el fútbol femenino, la FIFA siempre era reticente a su oficialización. El hecho es que desde 1970 se disputaron distintos “campeonatos del mundo” de fútbol femenino, campeonatos NO organizados por la FIFA y los cuales la propia asociación rechazaba. A pesar de que el campeonato de 1971 consiguió despertar la atención de propios y extraños, no fue hasta 1989 cuando el presidente de la FIFA, Joao Havelange, se compromete a la organización de un campeonato del mundo de “prueba” en China. El éxito fue rotundo. El reconocimiento internacional era masivo. Ahora sí la FIFA reconocía a la rama femenina como miembros de sus asociación. Tras luchas durante décadas, por fin el fútbol femenino era reconocido oficialmente a nivel mundial.

Año 1991, primer Campeonato del Mundo de Futbol Femenino: Se disputó en China y la campeona fue EEUU con jugadoras del nivel de Michell Akers o Mia Hamm en sus filas. Desde ese año el fútbol femenino no hizo más que crecer y consolidarse. La popularidad de la rama femenina del fútbol creció en las últimas dos décadas con una vigorosidad de ningún otro deporte. Los JJOO de Atlanta 1996 fueron las primeras olimpiadas que albergaron el fútbol femenino; dándoles la importancia que el fútbol de mujeres debe tener.

Ya no es un deporte vetado para mujeres. El fútbol femenino está en auge. En países como EEUU la popularidad del fútbol femenino es mayor que la de sus símiles masculinos. El soccer es de las mujeres; llenan estadios con miles de personas. En Europa los precursores de este movimiento son Alemania y los países nórdicos, principalmente. Japón es otra potencia del fútbol femenino en Asia, en donde incluso los salarios de las chicas futbolistas son equitativos con respeto a los chicos. En Sudamérica la dominante es la selección brasileña, en un país donde el fútbol es filosofía y arte, las mujeres también participan activamente.

En España este arraigo es más lento, pero constante. Clubes como el Atlético de Madrid, F.C.Barcelona, Levante o Español (entre otros) tengan entre sus secciones el fútbol femenino, es una buena señal. Quizás falte la rivalidad Real Madrid-Barça a nivel femenino, pues sería posiblemente la mayor publicidad al fútbol femenino de nuestro país.

En resumen, el fútbol femenino ya es global. El “deporte rey” también lo es en su versión femenina y cada día hay más chicas que juegan al fútbol y sueñan con emular a las Alex Morgan, Marta o Hope Solo.

El fútbol femenino está aquí. Es tendencia y está para quedarse.

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