viernes, 19 de septiembre de 2014

¿El mejor amigo del hombre?


Hartos estamos de oír en todos los medios (cine, series, libros, periódicos…) que el perro es el mejor amigo del hombre, pero en el caso del jugador que les voy a presentar, sobrepasó esa amistad e incluso estuvo a punto de costarle su trabajo en alguna ocasión. Este amor hacia sus mascotas, junto con su alta agresividad, empaña la carrera de este gran futbolista belga en numerosas ocasiones. Esta es la historia de Gilles de Bilde.

El amigo de Bilde nace en la pequeña localidad de Zellik, situada en la provincia del Brabante Flamenco, en la región de Flandes, el 9 de Junio de 1971.

En toda su carrera deportiva, Gilles de Bilde fue conocido por dos grandes características: ser un gran delantero, muy goleador y sobre todo por ser tremendamente agresivo.

Como aperitivo comentaré, que de Bilde cerca estuvo de abandonar la profesión con tan solo 23 años. ¿Razón? Fue sentenciado a dos años de prisión por dar dos severos cabezazos a dos dirigentes de los boy-scouts en Bélgica, los cuales habían acusado de robo a su hermano (la sentencia finalmente fue suspendida, pero perdió muchísimo tiempo en juicios y abogados). Pero esta simple anécdota no es ni lo más agresivo, ni lo más estrambótico que hizo el jugador flamenco a lo largo de su vida.

Siendo así, su carrera comienza en el KHO Merchtem de la cuarta división belga a la edad de 18 años. A los 21 dio el salto a la segunda división belga, concretamente a la ciudad de Aalst. Jugó tres temporadas en el Eendracht de Aalst anotando 40 goles en 86 encuentros. Haciendo grandes campañas subió al equipo desde la segunda división y acabó clasificándolo para la  UEFA el último año que allí jugó (fueron eliminados por el AS Roma en segunda ronda, ya sin Gilles en su filas).

Haciendo una última  campaña extraordinaria no pudo ser recompensado de otro modo que siendo nombrado Mejor Jugador Belga del año 1994.

Obviamente esa gran actuación no pasó desapercibida para otro de los grandes e históricos de la liga belga, el Anderlecht.

Fichó por el conjunto blanquivioleta en la temporada 1995-96. Firmó 22 tantos en 46 partidos durante las dos campañas en las que perteneció al club belga antes de hacer las maletas a Holanda.  Lamentablemente, su paso por el Anderlecht no será recordado por los grandes goles que anotaba. Será eternamente recordado por dos graves actos de violencia que terminaron de dilapidar su ascenso como futbolista.

El primero tuvo lugar en agosto de 1996, cuando fue a visitar a su padre al hospital. Llegó a una hora que no estaba dentro del horario estipulado por el hospital para las visitas. Amablemente los enfermeros que cuidaban de su padre les informaban que a esa hora él no podía estar allí y al bueno de Gilles no se le ocurrió otra cosa que pegarle un cabezazo a cada uno y entrar a ver a su padre. Siempre tan simpático nuestro amigo Gilles.

Después de pagar una cuantiosa multa por este acto, tan solo cuatro meses después, jugando ante su ex equipo, el Aalst, durante el lanzamiento de un penalti, le pegó un puñetazo y un cabezazo a Krist Porte, futbolista del equipo contrario. Fue el acto más violento de su carrera. Krist Porte sufrió un desprendimiento de retina en su ojo derecho y fractura del tabique nasal. Tocado por la varita mágica de la justicia, Gilles de Bilde no solo no fue a prisión (cosa que pidieron muchos medios deportivos en Bélgica) sino que además sólo tuvo que pagar una multa de 10.000 euros, cuando en un principio Krist Porte pedía una indemnización de 200.000.

Gilles de Bilde no volvería a levantar cabeza. Pocos días después, Johan Boskamp dio la sutil idea de que quizás el futbolista debería visitar a un psiquiatra y fue traspasado al PSV Eindhoven, donde a pesar de conseguir un título de liga en el primero de los tres años, nunca llegó a cuajar ni a consolidarse como titular.

Tras tres años sin pena ni gloria por su último intento de subirse al tren de la élite del fútbol, fichó por el Sheffield Wednesday (como curiosidad: actual equipo de Royston Drenthe, ex jugador del Real Madrid), por aquel entonces en primera división. En aquella temporada marcó 10 goles, pero no pudo evitar que el equipo descendiera.

Lo realmente curioso de su llegada a Inglaterra empieza con otra de las obsesiones de Gilles de Bilde que le provocó más problemas legales y profesionales. Diversos medios ingleses acusaban al jugador belga de haber colado ilegalmente a sus dóberman en el país, saltándose la ley de cuarentena y alegando que esa ley causaba muchísimos problemas psicológicos a sus perros. Tuvo que pagar una nueva multa. Algo que ya tenía casi por costumbre.

Cuando se hartaron en el Sheffield de él, le cedieron tres meses al Aston Villa, pero estuvo a punto de cancelarse esa cesión porque no tenía a nadie que diera de comer a sus perros. Finalmente el Sheffield puso un trabajador únicamente para poder alimentar a los animales.

Hasta sus últimos años de jugador, tuvo una carrera gris. Únicamente volvió a ser portada jugando en un equipo de tercera, el Willebroek, ya que fue castigado por su club por haber faltado a un entrenamiento y un partido por quedarse llorando la muerte de uno de sus dóberman.

Finalmente en el año 2008 se retiró la eterna promesa belga. Un cohete que nunca llegó a despegar por su convencimiento de que siempre quedaría alguien en el suelo al que soltarle un cabezazo. Un hombre al que lastró hasta el amor que sentía hacia sus perros. Otra historia más de un futbolista nacido para triunfar, frustrado por su propia cabeza. Esta es la historia de Gilles de Bilde.

@alejandrojabad

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