sábado, 20 de septiembre de 2014

El fútbol como historia familiar


Era 1954, Ginebra. La Copa del Mundo regresaba a tierras europeas después de la Segunda Guerra Mundial. El eterno país comodín era el único capaz de acoger la gran cita futbolística en territorio europeo. El grupo A de aquel torneo quedó configurado por Brasil, Francia, Yugoslavia y México.

El 19 de junio de aquel año se enfrentaron el conjunto galo y el combinado mexicano en el segundo y definitivo encuentro de la fase de grupos, ambos estaban obligados a vencer y esperar lo que ocurriera en el Brasil vs Yugoslavia. En el papel los europeos eran superiores que su rival. Al minuto 19 Jean Vicent adelantó a los suyos, marcador con el que se fueron al descanso. Apenas arrancando el complemento, “El Güero” Cárdenas, central del conjunto azteca anotó el segundo en propia puerta, tras una gran slalom del 16 francés. El partido se ponía cuesta arriba para los mexicanos quienes lograron cerrar diferencias al minuto 54 en los pies de José Lamadrid.

El impulso y tozudez empujaron al cuadro americano hacia el empate. El partido agonizaba cuando Tomás Balcázar, talentoso jugador de ataque vestido con el número 10 y surgido del Club Guadalajara, tomó un balón suelto en la frontal del área y con potente disparo raso de derecha venció al meta galo para poner el 2 a 2 en el marcador al minuto 85. Parecía que México conseguiría su primer punto en Copa del Mundial.

Sin embargo tres minutos después, una aparente mano dentro del área azteca llevó al colegiado a marcar la pena máxima. Raymond Kopa, uno de los mejores jugadores franceses de la historia tomó el esférico y con un imparable disparo al ángulo superior derecho venció al portero mexicano que simplemente vio el balón entrar en su portería para 3-2 final. Aquel portero era el mítico Cinco Copas, Antonio La Tota Carbajal.

La historia del los Mundiales está llenó de dinastías familiares. Aquel Mundial de 1954 fue el inicio de la historia familiar más importante de las Copas del Mundo para la Selección Mexicana.

Pasaron 32 años, hasta 1986, en la competición que México albergó para que el siguiente capítulo tuviera lugar. El equipo anfitrión contaba en sus filas con el lateral derecho Javier Hernández Gutiérrez. Era un buen marcador, eficiente pero relegado al banco. El “Chicharo”, como era conocido, fue testigo en primera fila de la mejor actuación mexicana en un torneo mundial.

Dos años después, Silvia Balcázar, hija de Tomás, el anotador del segundo gol contra Francia en el Mundial del 54, daba a luz al primero de sus dos hijos con Javier Hernández. Nacía en Guadalajara, al occidente mexicano, Javier Hernández Balcázar, años más tarde conocido como “Chicharito”.

A los seis años ingreso al equipo infantil del Club Guadalajara, equipo que solamente juega con mexicanos y una de las mayores canteras del fútbol nacional. Su abuelo, Tomás, jugó en las Chivas toda su carrera. Fue parte del equipo que logró el primer campeonato de la historia del club en la temporada 56-57, para luego integrarse al cuerpo técnico de lo que sería conocido como el Campeonísimo, 7 títulos de liga, 6 Campeón de Campeones, una Copa y un Campeón de Campeones de la CONCACAF.

Un joven Chicharito, junto a su abuelo
El 9 de septiembre de 2006, 49 años después del campeonato logrado por el abuelo, Javier debutaba con la camiseta a rayas blancas y rojas de las Chivas. Su arranque no fue el esperado y tardo cuatro años en despuntar. Un gran arranque del Torneo Bicentenario, con doblete en los primeras tres fechas, provocó que atrajera la mirada de los ojeadores internacionales. El 8 de abril de 2010, para sorpresa de propios y extraños, firmaba un contrato de cinco años con el gigante inglés, Manchester United.

Antes de debutar con el cuadro británico “Chicharito” formaba parte del equipo mexicano que participaba en el Mundial de Sudáfrica, expandiendo la historia familiar en el torneo. Las vueltas de la vida hicieron que México fuera emparejado nuevamente con Francia. El segundo partido enfrentó a galos y aztecas, el 17 de junio de aquel año. Dos días antes de que se cumplieran cincuenta y seis años de la anotación de su abuelo a los blues, Javier Hernández repitió la proeza.

Tocó hacía atrás un balón en tres cuartos de campo hacía el Kaiser de Michoacán, Rafa Márquez. Arrancó en velocidad hacía el área. Rafa entendió el movimiento y le filtró el balón por alto. Eric Abidal, salió al fuera de lugar dejando solo a Javier frente a Hugo Lloris. El 14 mexicano dribló al arquero y remató a puerta vacía para poner el 1 a 0. El Chicharito celebraba en la cancha mientras en la mente abrazaba a su abuelo. Ahora compartían una nueva historia. Ambos habían anotado en un Mundial contra el mismo rival.

El partido terminó 2 a 0 y Javier pudo celebrar aquel triunfo a modo de revancha del punto arrebatado a su abuelo en aquella Copa del Mundo de 1954.

“Vivir un Mundial de futbol es como cuando se saca uno el premio gordo en la lotería”, decía Tomás Balcázar en un entrevista, emoción conocida por tres generaciones familiares.

Javier, el nieto ahora es noticia por su reciente incorporación al Real Madrid. La sorpresa vivida con su fichaje por los Red Devils se repitió el lunes pasado cuando era presentado ante los medios de comunicación.

El nuevo reto del Chicharito es superar la leyenda merengue de otro mexicano, Hugo Sánchez.

@Gerzu

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