domingo, 1 de febrero de 2015

¡Qué bueno que estés tan loco, Abreu!


El “loco” Abreu, ese jugador que para alguna gente es conocido por fallar un gol a puerta vacía cuando jugaba en San Lorenzo después de un tropezón, pero para los que nos “bebemos” horas y horas de fútbol le consideramos como un matador del área que golea allá por donde juega.

No me explico por qué Irureta no le dio la oportunidad en el Deportivo de la Coruña, aunque fuera como segunda opción en la delantera, cuando el uruguayo anotaba numerosos goles cada temporada que salía cedido. De las pocas cosas suyas que podemos recordar en el Depor fueron sus grandes actuaciones ante Real Madrid y Barcelona y su repentino desplome en un aburrido Mallorca-Depor, en el cual en los minutos finales del encuentro decidió irse al suelo de manera fulminante, sin ningún contrario al lado. Se fue en camilla como si estuviese en la playa y lanzando besos a la grada del Lluis Sitjar, el antiguo campo del Mallorca. Tan solo fue una de sus locuras.

Ha goleado por España, Argentina, Brasil, Grecia, México, Uruguay e incluso Israel, vamos que está hecho todo un trotamundos. Pero hablemos de sus locuras; era jugador de baloncesto, pero una noche estando en la Sub-17 uruguaya, salió y llegó tarde, por lo que le echaron. Un día más tarde llegaba a la convocatoria de Uruguay Sub-17, pero de fútbol, y en su debut metió dos goles y daba otras tantas asistencias, convirtiéndose en estrella. El mismo descubría un día en una entrevista que le llamaban “loco” porque en San Lorenzo entraba siempre en el vestuario con la música alta, haciendo bromas y aportando alegría, pero seamos sinceros, el mote le venía perfecto.

Podía raparse la cabeza, o teñirse de rubio o pelirrojo según como se levantaba, tan capaz era de regatearse a todo el Deportivo de la Coruña, en un partido que jugó con el América de México estando cedido por los gallegos, para luego acabar tirándola al palo, como de clasificar a Uruguay a semifinales en el Mundial de 2010 tirando el penalti decisivo a lo Panenka. Durante una época le dio por celebrar los goles poniéndose máscaras, la más célebre fue una siniestra calavera.

Enamorado del “13”, lo lleva siempre que puede. Cuando recaló en la Real Sociedad como era número de portero, cogió el “18” y le hizo una raya en medio para que el “8” pareciera un “3”. Y hablando de camisetas, aunque juegue a cuarenta grados siempre lleva debajo una camiseta de su padre, que él ha personalizado con fotos y escudos. Otra anécdota graciosa es que a veces cuando va a rematar un córner entra al área gritando “¡Llega el tsunami del área!”, para que a sus rivales les entre la risa y se distraigan para poder rematar mejor.

En diciembre de 2002 tuvo un accidente con su camioneta por culpa de un charco en el que falleció su mejor amigo y llamó a su hijo Fernando en su honor. Asegura que el accidente le hizo más fuerte y aprendió a valorar lo que importa en la vida.

Artículo escrito por: @VictorDebate

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