miércoles, 26 de agosto de 2015

Volver a empezar

Asier Illarramendi. FOTO: fichajes.net

Mikel Arteta, Xabi Alonso o Asier Illarramendi. Zubieta fue la cuna de grandes mediocentros, pero ninguno de ellos estuvo tan expuesto a la magnificación mediática propia de los actuales “busca balones de oro” como lo estuvo Illarra. No hay joven talento que no cumpla la mayoría de edad sin verse sometido a un juicio en el que se debate cuál es su precio antes que ensalzar sus mejores cualidades futbolísticas.

Illarramendi no contaba con la jerarquía propia de timones como Xabi Alonso. Tampoco tenía esa capacidad para inventar que poseen genios como Luka Modric. Illarra era español, había salido de Zubieta y llevaba un año maravillando vestido de txuri-urdin. Asier es más de ir a su ritmo, de dar esos pasitos previos a un pase inteligente y de buscar –aunque no lo parezca- un cambio de orientación sin importar qué pierna tuviera que hacerlo. Compartió centro del campo (en la Eurocopa Sub21) con Koke y Thiago, y fue allí donde vimos qué podía dar a un Real Madrid en busca de un recambio para un mermado Xabi Alonso.

Thiago Alcántara es un jugador que, por características, se asemeja a Modric. Asier Illarramendi cuajó un europeo superlativo y pocos dudaban de que pudiera convertirse en el mejor escudero para el croata. Luka inventaría y, mientras tanto, Illarra le cubriría las espaldas.

Pero Illarra no es un fenómeno, no brilla con luz propia y, para más inri, Alonso desertó y Kroos se puso a tiro. Dosificar al tolosarra era la misión del de Mutriku mientras iba adquiriendo capacidad de mando, pero Toni no lo necesitaba, y los minutos a los que aspiraba Illarra se redujeron drásticamente a la vez que su confianza fue mermando. Algo que no casa con la madurez imprescindible para desempeñar el papel de mediocentro.

La confianza que le faltaba a Illarra la traía Toni Kroos, quien no necesitaba añadir a su palmarés experiencia ni noches de jerarquía: ya traía de todo esto en la mochila. Illarra quedó entonces en un segundo plano y el experimento de Ramos acabó por destrozar su anhelo por ser alguien en Chamartín. Venía ya arrastrando una losa de 40 millones de euros y la incompetencia de Khedira empujó a Florentino a realizar fichajes intranscendentes que ensuciaron más si cabe la imagen del vasco.

“Hay camisetas que se comen jugadores”. Se lo escuché a Paco González y qué bien define la experiencia vivida por Illarra. El vasco llegó a la capital para convertirse en una estrella y acabó estrellándose contra la lista de jugadores que el Real Madrid ha reclutado para convertirlos en mediocres. Pero el de Mutriku cuenta con una ventaja: aún es joven, y vuelve a casa. Anoeta será testigo de un reencuentro: el de Asier Illarramendi con su fútbol.


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